Estado de Sitio. Otros relatos desde la asfixia

Las prácticas artísticas nos ofrecen una interesante posibilidad ante ese soft landing o aterrizaje suave sobre el colapso al que alude Riechmann. No permiten comprender el espacio del conflicto como generador de nuevas contingencias. Y en esa esfera de posibilidades que – tal vez – no se pueden resolver, se sitúan algunos de los proyectos de Estado de Sitio.

Julio Sarramián toma la figura del río Ebro como eje de la vertebración territorial, ecológica y urbana, y como agente capaz de generar construcciones culturales y paisajísticas. El centro de la instalación La Riada. Topografía del cambio lo conforma un enorme álamo negro de ramas quebradizas y entrelazadas, cuya inclinación muestra la dirección y fuerza de la corriente del agua tras una gran riada. La fuerza polisémica del árbol derribado apela a una doble alegoría: por un lado, la de la destrucción de la mejor “máquina”, inventada hasta la fecha como sumidero de carbono y, por otro,  a la idea de cambio y de capacidad destructiva de la naturaleza, entendiendo ésta en el sentido más aristotélico del término, como aquello que no fue producido por el ser humano y que tiene en sí el principio de su modo de ser y el de su movimiento, en contraposición a la técnica, que existe gracias al pensamiento y la habilidad humana.(1)

La intención de Sarramián es aludir a la transformación del territorio provocada por los llamados «desastres naturales», un concepto bastante cuestionado (huelga decir que nada tiene de natural un desastre natural) pues no hay más que ir tirando del hilo para descubrir el origen antropogénico tras semejante eufemismo, en este caso, la manipulación de los cauces hidrográficos naturales.

Junto al escultural tronco, el artista “desdibuja” un mapa topográfico del valle del Ebro con los consiguientes cambios en el territorio generados por la erosión fluvial, aludiendo a una suerte de pantha rei que a Sarramián le interesa destacar. Sobre esta cartografía se superpone una serie de fotografías que muestran el impacto de la contaminación generada por los residuos plásticos, en un ejercicio de deliberada sobreestetización de dicho fenómeno, tal vez para recordarnos que, al fin y al cabo, como señala Mary Douglas: «la suciedad es un asunto de topología, de espacio; pero de espacio cargado de sentido».(2) Para el artista «nuestros ríos, han pasado en un breve periodo de tiempo, de ser los portadores de una gran riqueza en biodiversidad a acabar convirtiéndose en los vertederos de nuestra sociedad; impidiendo y agotando su recuperación. De este modo, el proyecto recoge nuestras “huellas” contaminantes, que nos encontramos en las riberas de los ríos y que son más visibles después de cada crecida de sus aguas, como elemento crítico».

 

(1). Jens Soentgen. Ecología del miedo. Barcelona: Herder, 2015, p. 15.
(2). Óscar Calavia. Basura. Ensayo sobre la civilización del desecho. Logroño: Pepitas ed., 2020, p. 36.

 

Blanca de la Torre

Extracto del texto incluido en el catálogo Estado de Sitio. Otros relatos desde la asfixia. Sala Amós Saldador, Logroño (2021).
Estado de Sitio. Otros relatos desde la asfixia. Sala Amós Salvador, Cultural Rioja y Greenize Projects. ISBN: 978-84-121202-6-4. D.L: LR-473-2021